LO EXTRAORDINARIO
Sé que resulta difícil de creer, pero en este paradójico mundo existen
personas extraordinarias, maravillosas, a las que resulta imposible no amar. ¿A
qué se debe esta imposibilidad? A que tienen una manera de relacionarse con lo
que les rodea que inevitablemente provoca en el otro amor. Es decir, son
capaces de actualizar su forma de ser y de conocer el mundo desde la
perspectiva de la belleza y del bien. Tienen esa magia, es como un superpoder.
Supongo que esto se debe, en parte, a su sensibilidad y a su capacidad para
conectar con los demás y para hacer que el otro sea él de la forma más plena
posible.
Por otra parte, son personas muy atractivas tanto física como emocionalmente.
Proyectan una belleza que les hace del todo interesantes e imposibles de
obviar. Y no me estoy refiriendo a que sean guapas o a que tengan un buen
cuerpo; en absoluto. Me refiero a que poseen ciertas características que las convierten
en personas irresistibles. Sus gestos, su forma de expresarse, su ingenio, su
manera de mirar… Imposible que no resuenen en el otro y que no despierten amor.
Pero si hay algo que las hace irresistibles de manera irremediable es su
bondad. Parece ya un tópico la expresión que afirma que una persona se define
por sus actos, pero no debería serlo, ya que es el reflejo de una verdad
incuestionable, a saber, que nuestra acción es la que desvela nuestros verdaderos
valores e intereses. La teoría en este caso no vale para saber quiénes somos.
Lo que cuenta es cómo nos manifestamos a través de nuestros actos. Y los actos
bondadosos son la mayor fuente de belleza que existe en este mundo. Es
imposible no apreciarlos ni sentirse interpelado por cada uno de ellos.
Es a estas personas a las que quiero dedicar mi entrada de hoy. Gracias por hacer que el mundo sea más bello y por aportar tanto a los que os rodean. Sin duda, me siento en deuda permanente con vosotras y os amo profundamente.
Estoy de acuerdo con lo expuesto, lo ratifico. Es algo que he comprobado a lo largo de mi vida. Valemos en la medida de nuestros actos. Ellos definen nuestras maneras de pensar, a su vez, y nos permiten valorar. La teoría tiene que ser también una consecuencia de nuestra acción para que valga algo que nos explique a nosotros mismos; de lo contrario es algo huero.
ResponderEliminarExacto. Coincido con todas y cada una de tus palabras y agradezco enormemente que enriquezcas este blog con comentarios tan pertinentes y tan bien escritos. Este tema de cómo nos definen nuestros actos me interesa mucho. Es probable que vuelva a escribir sobre él desde la perspectiva del existencialismo de Sartre, pues me parece que este lo clarifica de una forma increíble. ¡Un fuerte abrazo, Fackel!
EliminarQué bonita entrada, llevaba tiempo sin leerte. Los individuos verdaderamente malos constituyen un porcentaje mínimo. Tiene que haberlos, pero si fueran demasiados la vida sería insostenible incluso para ellos. Dice Arsuaga que la aceptación social fue clave para la supervivencia de nuestra especie y la mejor manera de lograrlo es siendo buena persona: a los cabroncetes los acabamos calando, tarde o temprano, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué sabio Arsuaga, jajaja. Sí, parece que ser bueno tiene ventajas incuestionables. Sin embargo, también creo que hay personas que van más allá, es decir, que se muestran de tal forma que resultan hipnóticas, irresistibles, imposibles de obviar... ¡Muchas gracias por seguir comentando, Gerardo! Es un gusto leerte.
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