EL ZOMBI




Normalmente soy un zombi, una persona a medias que parece estar viva, pero en realidad se encuentra en un estado subhumano. De hecho, los desbordamientos suelen ser el único hilo que me mantiene en conexión con la vida; una de las pocas manifestaciones que me quedan que prueban que no he muerto del todo. Pero, en general, mi estado suele ser lamentable. Cuando me despierto por las mañanas y compruebo que sigo existiendo, que el sueño no ha sido más que eso, un sueño antes de la inevitable vigilia, suelo desear no haber despertado nunca. El sólo hecho de tener que levantarme me abruma tanto que preferiría seguir en ese estado de inconsciencia casi plena que solo se altera por las imágenes oníricas que proyecta mi cerebro. 

Pero me levanto y el cuerpo se arrastra. Lo primero que siento es dolor físico; no suelo levantarme y sentir que he descansado, sino más bien todo lo contrario; me encuentro con más agotamiento que cuando me acosté. Y en el transcurrir del día esto no mejora. Mi cuerpo es como un lastre. Después, pasan los minutos y me voy sumiendo en una especie de aletargamiento que dura el resto del día. Es como una neblina acolchada que me envuelve y me sostiene, a la vez que me aprisiona; una especie de bruma analgésica reconfortante que cuando me caigo, está para sostenerme, pero que también se convierte en mi peor condena, pues no me deja ser del todo yo. 

Y es que esta neblina zombi hace que mire sin ver, oiga sin escuchar, ande sin ir a ningún sitio… Me mantiene en un nivel básico de conciencia que me permite realizar las funciones vitales y establecer relaciones sociales convencionales inauténticas, pero poco más. En este estado no suelo querer saber nada de nadie y me aferro a todo aquello que suponga para mí cualquier tipo de evasión. Sustancias, películas, música, sueño… Todo porque en algún momento de mi existencia decidí no vivir y como no tenía ni los recursos ni el convencimiento total para quitarme de en medio, elegí vivir una vida a medias. Gran forma de estar lo más cerca posible de la muerte. 

Por tanto, cuidado conmigo esta noche, pues mi avidez por los cerebros es brutal y puede que si nos encontramos, no tenga más remedio que comerme el tuyo. FELIZ HALLOWEEN A TODOS.

Comentarios

  1. Estoy en etapa zombie. Por cierto, hay luna llena esta semana. Te recomiendo
    una novela sobre el fin del mundo: La constelación del perro.

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  2. Bufffff, luna llena y tú y yo como un par de zombies deambulando por las calles. Tengo el convencimiento de que el estado zombie es solo un tránsito hasta llegar a lo mejor de nuestras esencias, las cuales, a veces, por falta de conocimiento a la hora de autogestionarse, se tornan en comedoras de cerebros. Pero les queda nada para recomponerse, eso seguro. Hasta entonces, que disfrutes de los sesillos. ¡Muchísimas gracias por tu recomendación! Me apunto la distopía que espero leer dentro de poco para poder decirte qué me ha parecido. Muchos besos, Paola.

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