LA COMIDA


Mi conmoción me llevó a aceptar el ir a comer a casa de los padres de P. con una actitud máximamente conciliadora. Ya que se había abierto el vórtice había que aprovecharlo. La condición que me puse era la de hablar, aunque sólo fuera durante un rato, de por qué habían mantenido esa actitud de hostilidad durante tanto tiempo. P. no veía claro que sacáramos ese tema, pero para mí era algo fundamental. Necesito saber su versión, su perspectiva, y, sobre todo, necesito tener la convicción de que el desprecio y los ninguneos no se van a repetir nunca. Además, eso de ir a su casa y hacer como si no hubiera pasado nada me parecía de lo más alienante del mundo. 

Así que, para allá que fuimos con mariposillas en el estómago, y es que nunca es fácil enfrentarse a una situación potencialmente incómoda como esa. Cuando llamamos a la puerta, su padre nos recibió como si nos hubiéramos visto ayer mismo y luego salió su madre, con cara de circunstancias y de nuevo sin mirarme apenas a los ojos. Os confieso que me resultó algo divertida su incomodidad. Se notaba que le estaba costando y esto, de alguna forma, me tranquilizó a la vez que me hizo gracia. 

Habíamos quedado en que fuera P. quien iniciara la conversación “difícil” en algún momento de la comida, así que yo estaba esperando a que lo llevara a cabo. Sin embargo, sus padres no paraban de hablar y hablar y hablar y hablar y hablar como si les hubieran dado una cuerda interminable, de tal forma que era casi imposible encontrar un momento de silencio para iniciar cualquier conversación que no estuviera guiada por ellos. ¡Bufffff, qué agotadores resultaban! Con deciros que en menos de una hora ya conocía la mitad de sus vida. Encima el parloteo desmedido, no sólo no propiciaba ningún otro tipo de conversación que no dependiera de ellos, sino que ni siquiera era interactivo, es decir, que apenas nos preguntaban nada ni se trataba de un diálogo donde las dos partes estaban implicadas. En absoluto… Era un hablar por hablar en un frenético intento de huída hacia delante. Estaba claro; no querían ni por asomo que saliera ningún tema que pudiera resultar embarazoso. 

Resultaban tan tan tan agotadores que yo ya había perdido toda esperanza de tener ningún tipo de conversación productiva con ellos. De hecho, me empezó a embargar una sensación de desasosiego y de sinsentido por culpa de la cual casi se me indigesta la comida. No sólo era agotador escucharles, sino que era completamente frustrante, porque se acercaba el momento de irnos y cada vez tenía más claro que no conseguiríamos hablarles acerca de lo que sentíamos. 

Fue entonces cuando se abrió un vórtice, fue minúsculo, casi imperceptible, pero lo suficientemente visible como para que P. metiera la cuña perfecta y se pudiera iniciar un esbozo de conversación que apenas duró dos minutos, porque ya casi estábamos saliendo por la puerta. No dio para mucho, la verdad, sólo pude decirles que me gustaría hablar un día más tranquilamente de por qué pasó todo lo que pasó y de por qué reaccionaron de esa manera. Ellos, con la mirada baja y un tanto avergonzados, me dijeron que sí, que sin problema. Algo es algo… 

En fin, por lo menos P. se sentía muy feliz por el encuentro y eso hizo que se minimizara un poco la sensación de frustración y de cansancio que me invadía por haber tenido que aguantar tres horas de parloteo insustancial y con apariencia de normalidad fingida. Supongo que queda un largo camino por recorrer, aunque os confieso que este primer encuentro me ha agotado por completo. Espero recuperarme pronto y tener de verdad esa conversación esclarecedora que tanto necesito.

Comentarios

  1. Ves? Tu lo has dicho:" P se sentía muy feliz por el encuentro.
    Para tus suegros no debe ser nada fácil, reconocer que la "han cagado" y ese parloteo insustancial yo lo achaco al nerviosismo de no saber como abordar una conversación que sin duda para ellos debe ser dolorosa.
    ¡Animo! y ya verás como poco a poco la situación se normaliza ( aunque las relaciones con los suegros ya sabes que siempre son complicadas).
    Un abrazo.

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    1. ¡Muchísimas gracias, Pura! Ojalá tengas razón y la relación pueda normalizarse pronto. ¡Un fuerte abrazo!

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  2. ¿No lleváste vino? De haberlos emborrachado ya estaría todo dicho, explicado, aclarado y no tendrías que volverlos a ver en mucho tiempo.

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    1. ¡Jajaja, qué bueno, Melita! Pues lo pensé, pero me pareció mala idea introducir alcohol en el encuentro, porque no quería que una copita de más me jugara una mala pasada. ¡Un fuerte abrazo!

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  3. Esos momentos en que no puedes meter baza en una conversación incesante de la que estás más que harta es de lo más frustrante. ¿Alguien sabe cómo cortar al dominante charlatán que se agarra a un monólogo sin pausas en el que sólo eres el auditorio que da sorbitos al vaso? Un pequeño gran logro el vuestro. Enhorabuena.

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    1. ¡Muchas gracias, Juli! Ya ves... Ese tipo de personas son agotadoras. Lo que yo no entiendo es cómo es posible que no se den cuenta de lo petardo que resultan. En fin... ¡Un besazo!

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  4. Que bueno que fuiste por tu pareja y por ti. Lo demás, es lo de menos. Las cosas caen por su propio peso, esa charla llegara tarde o temprano.

    Te leo ;-)

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    1. ¡Hola Blau! Muchas gracias. A ver si es verdad y, como dices, las cosas caen por su propio peso. Yo ya desconfío de todo. ¡Un fuerte abrazo y mil gracias por leerme!

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  5. Imagino que este encuentro ha sido tan agotador porque también ellos estarían fuera de lugar.
    Cuando consigas tener esa conversación que tanto anhelas, verás como todo se apacigua un poco. O eso espero!!

    me alegro de que finalmente haya habido un paso, y pienso como tú, la conversación se tenía que sacar si o si.
    Un beso

    https://similocuramedeja.blogspot.com.es/

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    1. ¡Hola Zhura! Muchísimas gracias por tu comentario. Tus amables palabras me resultan un bálsamo. A ver qué pasa... Como decía antes, no confío del todo en que las cosas vayan a ir bien, pero bueno, se irá viendo. ¡Un besazo!

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  6. Me alegro por vosotras, es un primer paso. Entiendo lo incómodo de la situación para ambas partes, imagino que con el tiempo todo se irá normalizando.
    Un abrazo.

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    1. ¡Gracias Gerardo! Ojalá... Te confieso que a veces siento que no quiero normalizar nada y sólo pienso en que les atropelle un camión (mi ira está muy desatada últimamente). Pero bueno, intentaré poner todo de mi parte para que las cosas salgan lo mejor posible. ¡Un besazo!

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  7. Algo es algo, y todo lo difícil, aunque tenga un tímido comienzo, vale la pena.
    Entiendo lo incómodo de aguantar el tostón, pero bien está lo que bien acaba, aunque en ese caso no hiciera más que empezar.
    ¡Animo para la próxima vez!
    Un beso

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    1. ¡Muchísimas gracias, Chelo! Vamos a ver qué pasa. Hay días que me levanto muy optimista pensando en que todo se va a solucionar y otros en los que me gustaría estrangular a mis suegros. En fin... ¡Un besazo enorme!

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  8. Como se dice por aquí, "a tirar p'alante".

    Un abrazo.

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