DÍA MUNDIAL DE LA FILOSOFÍA

 



Amo la filosofía. Desde que tuve mi primer contacto con ella cuando tenía 16 años me enamoré profundamente de esta disciplina. Supongo que descubrí que estaba hecha para filosofar. Bueno, en realidad, creo que todos los seres humanos estamos hechos para esta tarea, pero este no es el berenjenal en el que me quiero meter hoy. Demasiado polémico. Hoy solo quiero contaros mi experiencia con esta genial disciplina, que ha marcado gran parte de mi vida.

Permitidme que recuerde cuál es el significado etimológico del término filosofía. La palabra de origen griego está compuesta por filo, que quiere decir amor, y sophia, que significa sabiduría, de tal forma que filosofía se traduce como "amor por la sabiduría". Así pues, el filósofo y la filósofa son los amantes del saber.

Pues sí, es cierto, no me escondo, me confieso una acérrima amante del saber. La búsqueda de la sabiduría me vuelve loca, me moviliza por completo y me hace ser yo misma de una de las formas más plenas que he experimentado jamás. Eso sí, no os confundáis, la mayor parte del tiempo soy una ameba, así que, por desgracia, no disfruto mucho de esta increíble sensación.

A pesar de eso, me gustaría explicaros por qué amo la filosofía. Y, para ello, es necesario contestar a la siguiente pregunta: ¿cuál es la razón de que los filósofos nos declaremos solo amantes del saber y no poseedores del mismo? Bueno, pues, quién mejor para explicar esto que Diotima, una filósofa griega del siglo V a. C., la cual aparece conversando con Sócrates en este fragmento del diálogo "Banquete" de Platón.

Ninguno de los dioses se ocupa de filosofar ni desea hacerse sabio, pues ya lo es, ni filosofa nadie que sea sabio. (...) Tampoco los ignorantes se ocupan en filosofar ni desean hacerse sabios, pues el mal de la ignorancia estriba en que el que la padece no es ni noble, ni bello, ni sabio y, sin embargo, cree serlo en grado suficiente. Quien no cree estar falto de nada, no siente deseo de lo que no cree necesitar.

- Entonces, ¿quiénes son los que filosofan, Diotima –le dije yo- si no son los sabios ni los ignorantes?

- Es algo tan claro que hasta un niño lo vería –respondió ella-. Los que filosofan son los que están a medio camino de unos y otros.


Diotima le enseña a Sócrates que los que filosofan son los que están a medio camino de los dioses y de los ignorantes; de los dioses porque los filósofos no son omniscientes y de los ignorantes porque son conscientes de que no saben y, por tanto, pueden emprender el camino del conocimiento. Y es que solo el que reconocer su ignorancia es capaz de buscar la verdad. Por eso, los ignorantes, que son los que creen que lo saben todo, no van a preocuparse en absoluto por aprender nada. Para qué, si ya creen que lo saben todo. No lo necesitan.

He ahí una de las grandes virtudes de la filosofía que me hace sentir tanto amor por ella, la de lanzarnos al camino del saber con una actitud de humildad profunda y de interés verdadero. Esto implica que los filósofos siempre se estén cuestionando los problemas que surgen, de tal forma que mantienen una actitud crítica. De ahí que, en filosofía, las preguntas sean más importantes que las respuestas. Ojo, estas últimas también tienen su importancia. Pero lo que nos pone en marcha en la búsqueda del conocimiento es sin duda la pregunta, cuyo origen no es sino la curiosidad de las personas por el mundo que les rodea.

Ya lo decía Aristóteles: Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración. Y es que la admiración, la curiosidad es la actitud filosófica por excelencia. De ella derivan nuestros asombros y las consiguientes preguntas que nos hacen replantearnos la realidad en la que vivimos.

Así que, cómo no amarte, querida filosofía, si eres capaz de proporcionarme la luz necesaria para poder reconocer mi ignorancia, hacer que me cuestione lo que me rodea y permitir que me asombre de lo cotidiano. Es absolutamente imposible que no caiga rendida a tus pies.


Comentarios

  1. ¡Hola! Me alegra leerte. Tu entrada me ha recordado a una charla del profesor Eduardo Infante, titulada "¿Qué haría Sócrates con un móvil?" y que vi hace unos días. Precisamente se refería a la importancia de hacerse preguntas y lo que hay en el camino de la búsqueda de respuestas, entre otras cosillas interesantes, aplicadas a los adolescentes con los que trabaja. Pongo el link: https://www.youtube.com/watch?v=TAeW5lNm0kU&list=LL&index=1
    Espero que todo te vaya lo mejor posible, teniendo en cuenta los tiempos que vivimos.
    Un abrazo.

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  2. Me ha gustado mucho la reflexión, la idea de fondo, tan necesaria en estos tiempos y que tan pocos parecen dispuestos a poner en práctica.

    Me temo que en esto, como en tantas otras cosas, los maestros son fundamentales. Yo odié durante muchos años la filosofía porque mis profesores se limitaban a hacernos memorizar la vida de gente fallecida sin llegar a indagar en su pensamiento ni, error fundamental, sin ponerlo en el contexto de la época... Y, claro, todo parecía apolillado y caduco, reflexiones de gente aburrida...

    Nunca he llegado a reconciliarme del todo con ella, pero me han gustado tus palabras.

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  3. A mí también me gustaba mucho la Filosofía cuando estaba en Bachillerato. Fui una de las pocas que la escogieron en Selectividad, de hecho.
    ¡Qué cierto es eso de que los más ignorantes son precisamente quienes creen saberlo todo! Me recuerda mucho a la famosa cita de "cuanto más aprendo, más me doy cuenta de lo que ignoro".

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  4. A mí también me gusta la filosofía, aunque soy más de matemáticas. Ahora me he comprado un libro que se llama: Gran historia visual de la filosofía, de Masato Yanaka y Tetsuya Saito; para refrescar un poco conceptos olvidadísimos.
    Un saludo.

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