EL ZOMBI

Normalmente soy un zombi, una persona a medias que parece estar viva, pero en realidad se encuentra en un estado subhumano. De hecho, los desbordamientos suelen ser el único hilo que me mantiene en conexión con la vida; una de las pocas manifestaciones que me quedan que prueban que no he muerto del todo. Pero, en general, mi estado suele ser lamentable. Cuando me despierto por las mañanas y compruebo que sigo existiendo, que el sueño no ha sido más que eso, un sueño antes de la inevitable vigilia, suelo desear no haber despertado nunca. El sólo hecho de tener que levantarme me abruma tanto que preferiría seguir en ese estado de inconsciencia casi plena que solo se altera por las imágenes oníricas que proyecta mi cerebro. Pero me levanto y el cuerpo se arrastra. Lo primero que siento es dolor físico; no suelo levantarme y sentir que he descansado, sino más bien todo lo contrario; me encuentro con más agotamiento que cuando me acosté. Y en el transcurrir del día esto no m...